La extensión media mensual de la banquisa ártica en el recién finalizado mes de julio de 2019 según los datos del NSIDC se ha situado en 7.59 millones de km2, lo que supone el valor más bajo para dicho mes en toda la serie de observaciones por satélite 1979-2019, tal como se observa en la siguiente gráfica:
Durante los primeros días de agosto el deshielo ha continuado avanzando en el Océano Ártico, y la extensión a día 10 de agosto de 2019 se sitúa como la segunda más baja de la serie para esta fecha, superando ligeramente tan sólo a 2012.
Podemos observarlo en la siguiente gráfica, donde se recoge la evolución de la extensión de la banquisa ártica durante 2019 (línea roja) comparada con algunos otros de los últimos años y con las medias de las décadas anteriores, según los datos proporcionados por JAXA actualizados hasta el 10 de agosto:
A continuación, sendos mapas proporcionados por la Universidad de Bremen y el NSIDC mostrando la extensión y concentración actuales del hielo marino ártico:
En el mapa del NSIDC, justo sobre estas líneas, la extensión actual (en blanco) puede compararse con la media 1981-2010 para el mismo día (línea naranja), observándose como los mayores déficits de hielo respecto a la media climática se sitúan en el sector Pacífico (mares de Beaufort, Chukchi y Siberia Oriental), prolongándose también por la costa siberiana (norte de los mares de Laptev y Kara).
Estos valores tan bajos del hielo marino ártico este verano deben ponerse en relación con unas condiciones meteorológicas y de circulación atmosférica que ya desde mayo y durante todo lo que llevamos de verano han sido notablemente desfavorables para la banquisa ártica. En concreto, la temporada de deshielo 2019 se ha caracterizado por el predominio de altas presiones sobre el Océano Ártico y Groenlandia, con una intensidad y persistencia muy por encima de la media climática. Estas condiciones favorecen una alta insolación y también, dependiendo de la disposición de los centros de altas presiones, suelen propiciar la advección de masas de aire templado hacia el Ártico. Ambos efectos favorecen el deshielo.
En la siguiente imagen se muestra la presión media a nivel del mar entre el 1 de junio y el 9 de agosto de 2019 (reanálisis NCEP/NCAR). Se aprecia el dominio de las altas presiones sobre Groenlandia y buena parte del Océano Ártico, además con una configuración que recuerda al patrón de Dipole Anomaly (altas presiones en Norteamérica y bajas presiones hacia el sector siberiano). Esta configuración tipo Dipole Anomaly favorece la advección de masas de aire templado hacia el Ártico Central a través del entorno del estrecho de Bering , y también impulsa la deriva del hielo hacia el norte desde esta zona, también ayudando a reducir la extensión de la banquisa:
Anomalías de temperatura del aire cerca de la superficie durante el mismo período:
Las siguientes gráficas muestran la evolución de la AO y la NAO durante los últimos meses, y la persistencia de sus valores negativos es indicativa de ese predominio de altas presiones sobre el Ártico (lo que ha favorecido también una intensa temporada de deshielo en Groenlandia). De hecho, en el período Mayo-Julio los índices NAO y AO han sido los más negativos para dicho trimestre de toda la serie de observaciones desde 1950 (fuente de datos y gráficas). :
A estas alturas parece claro que el mínimo estival de 2019 de la banquisa ártica va a ser uno de los dos ó tres más bajos de toda la serie de observaciones. La cuestión ahora mismo sería saber si se batirá el record mínimo de 2012 o si el mínimo de 2019, a pesar de terminar con valores muy bajos, lo hará aún algo por encima de 2012.
A día de hoy tal cosa resulta impredecible, pues dependerá en buena medida de cómo se comporten las condiciones meteorológicas y la circulación atmosférica durante las próximas 4 ó 5 semanas en el Ártico. Ahora mismo la concentración media es mejor que la que había en 2012 por estas fechas, por lo que a priori el hielo aún existente presenta mejor aspecto. Además, buena parte de este hielo aún debería presentar un buen grosor, si tomamos como base los datos de final de primavera servidos por Cryosat, o la distribución del hielo multianual entonces.
Esta aparentemente algo mejor situación del hielo aún superviviente podría ayudar a que el record de 2012 finalmente no fuera superado, siempre que las condiciones durante las próximas semanas, sobre todo en cuanto a deriva del hielo, no sean demasiado desfavorables. Aunque para saberlo, habrá que esperar hasta mediados de septiembre.
Comparativa de la extensión y concentración de la banquisa ártica a 10 de agosto en 2012 y 2019 según los datos proporcionados por la Universidad de Bremen:
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